Más información TDAH


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Según se recoge en el DSM-5, Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales-5, es fundamental para el diagnóstico de TDAH evaluar que los síntomas nucleares de déficit de atención, hiperactividad e impulsividad se presenten:

  • Desde una edad temprana: antes de los 12 años.
  • Con una intensidad y frecuencia superior a la normal para la edad y la etapa de desarrollo del niño.
  • Que interfieran de forma significativa en el rendimiento del niño en dos o más de los ámbitos de su vida: escolar o laboral, familiar y social.
  • No ser causados por otro problema médico, un tóxico, una droga u otro problema psiquiátrico.


Pese a que pueda existir sospecha clínica en niños de menos de 6 años el diagnóstico de TDAH requiere haber superado esta edad. Además, es frecuente que el TDAH se reconozca en los niños cuando comienza la educación primaria, coincidiendo con dificultades en el rendimiento escolar y la presentación de disfunciones social.


Los criterios diagnósticos hacen referencia a seis o más de los siguientes síntomas que persisten durante seis meses y en dos o más ambientes. Además deben existir pruebas de un deterioro significativo de la actividad social, académica o laboral y no explicarse mejor por la presencia de otro trastorno mental.


  • Desatención:
  • La falta de atención a los detalles provoca errores en tareas escolares.
  • Dificultades para mantener la atención en tareas o en juegos. Parece no escuchar cuando se le habla directamente.
  • No sigue instrucciones y no finaliza tareas escolares o encargos.
  • Dificultades para organizar tareas y actividades.
  • Rechaza tareas que requieren esfuerzo mental sostenido.
  • Pierde objetos necesarios para realizar tareas o actividades.
  • Se distrae fácilmente con estímulos irrelevantes.
  • Es descuidado en las actividades diarias.


  • Hiperactividad:
  • Mueve en exceso manos y pies.
  • Abandona su asiento cuando debe permanecer sentado.
  • Corre o salta en situaciones en que es inapropiado.
  • Tiene dificultades dedicarse tranquilamente a actividades de ocio.
  • Suele actuar como si tuviera un motor.
  • Frecuentemente habla en exceso.


  • Impulsividad:
  • Da respuestas antes de haber sido completadas las preguntas.
  • Tiene dificultades para guardar turno.
  • Interrumpe o se inmiscuye en actividades de otros.

 

El tratamiento psicológico a través de programas específicos puede dirigirse al desarrollo de técnicas de autocontrol, fomento del pensamiento reflexivo, control de las emociones, mejorar la atención, concentración y procesos de razonamiento, y el modelado de las conductas deseables.


Desde el enfoque educativo se deben abordar otros objetivos como la enseñanza de técnicas de estudio, desarrollo de programas para mejorar la comprensión del lenguaje y la adquisición de estrategias en la resolución de problemas, realización de ejercicios de observación, clasificación, ordenamiento, orientación, cálculo y fomento de las habilidades sociales.


Por último, la colaboración desde el entorno familiar es imprescindible, siendo muy importante que quienes conviven con el niño conozcan las características del trastorno y dispongan de pautas de actuación cuando surgen las dificultades.


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